Ministerio de discipulado y Sana Doctrina, SADOC, es puesto por Dios en nuestros corazónes como el deseo de velar por enseñar su palabra de una manera práctica, limpia, pura, donde la verdad de Dios pueda ser revelada libre y gratuitamente a todos para dar vida, entendimiento, libertad, redención, plenitud, fortaleza esperanza, gozo, volviendo y empoderando así a todo creyente del Señor Jesús en un discípulo fiel, firme, gobernado por el espíritu santo que le permite hacer la diferencia en un mundo que necesita la intervención divina de Dios.
Nuestros principios rectores como siervos y embajadores del Señor (1 Corintios 9:18)
DECLARACIÓN DE FE:
1- Afirmamos que Dios tuvo la iniciativa para ejercer su influencia sobrenatural en la redacción de cada uno de los 66 libros del Libro Sagrado de Dios sin impedir la participación del intelecto
humano en la comunicación de las santas verdades por lo que sostenemos su infalibilidad e
inerrancia (1 Timoteo 3:16).
2- Las Sagradas Escrituras constituyen nuestra suficiente guía en asuntos de fe y conducta. En
ellas fundamentamos nuestras creencias y comunión cristianas (Salmo 119).
3- El hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza, sin embargo, como consecuencia de su
transgresión a la ley divina, fue expulsado del huerto de Edén, destituido de la gloria de Dios
(Romanos 3:23), incurriendo no sólo en la muerte espiritual sino también la física (Romanos 5:19).
A pesar de estar el hombre bajo el juicio divino, Dios en su amor se propuso librarlo y restaurarlo
a través del sacrificio vicario y redentor de su Hijo Jesucristo en la cruz (Juan 3:16).
4- Creemos en un solo Dios verdadero, el Todopoderoso Creador del universo, cuya esencia única e increada subsiste en tres personas consustanciales, co-eternas y co-iguales, reveladas en las Escrituras como el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. (Mateo 28:19, Marcos 12:29; 2 Corintios
13:14, 1 Juan 5:7, Deuteronomio 6:4, Isaías 43:10-11).
5- Creemos en la deidad y eternidad de Jesucristo, segunda persona de la Trinidad, estado que
supone la preexistencia de su título como Hijo de Dios ‘desde antes que el mundo fuese’. (Juan
1:1,2, 17:5)
6- Creemos que en la encarnación del Hijo de Dios, concebido por el poder del Espíritu Santo y
nacido de una virgen, Jesucristo retuvo cada atributo esencial de su deidad. Si Él no hubiera
nacido completamente hombre, no podría haber muerto; si Él no hubiera sido totalmente Dios, su
muerte no hubiera tenido tan infinito valor. Por esta razón afirmamos que la expiación que realizó
nuestro Señor Jesucristo en la cruz del Calvario fue infinitamente perfecta en su eficacia redentora
para la salvación del hombre. (Colosenses 2:9, Hebreos 2:17, 1 Corintios 15:3, 2 Corintios 5:21).
7- Están incluidas en la obra expiatoria su muerte propiciatoria, su resurrección corporal y su
ascensión a la diestra del Padre. Jesucristo no sólo debe morir por nosotros, sino también debe
vivir por nosotros. No sólo debe resucitar de los muertos, sino ascender para interceder por
nosotros. (Mateo 28:6, Lucas 24:39, 1 Corintios 15:4, Romanos 4:25, 5:10, 8:34).
8- Las Sagradas Escrituras enseñan que no hay otro camino para la salvación sino a través de
Jesucristo. Él es la sublime revelación de Dios y como tal, vivió, sufrió y murió en nuestro lugar
para llevarse el castigo y para redimirnos. Él es nuestro único Salvador y Mediador. (Hechos
4:12; 16:30-31, Juan 14:6, 1 Timoteo 2:5, Hebreos 9:15-24).
9- Creemos en la ordenanza del Bautismo, ordenada e instituida en la Santa Biblia como un acto
publico de que el creyente se ha arrepentido y se ha muerto juntamente con Cristo y que también
testifica que se ha sido levantado con él, ahora comprometido para emprender una vida nueva.
(Mateo 28:19, Hechos 10:47-48; 20- 21; Romanos 6:4 y Hebreos 10:22).
10- Creemos en la ordenanza de la Cena del Señor, cuyos elementos son el pan sin levadura y el
fruto de la vid que simbolizan el sacrificio redentor. Toda la feligresía nacida de nuevo debe
participar en esta ordenanza que nos recuerda su pasión y muerte, nos anuncia su retorno
triunfante y nos une espiritualmente como creyentes en mutua comunión. (Mateo 26:26-30,
Corintios. 11:23).
11-Creemos en el Bautismo del Espíritu Santo, promesa que empodera y capacita a los cristianos
para realizar la obra del ministerio y la evangelización en la tierra (Hechos 2:38.39, Mateo 3:11,
Juan 7:37-39, 1 Corintios. 12:4); así como también para santificar al creyente, produciendo los
frutos a raíz de una vida llena del Espíritu Santo.
12-Creemos en la resurrección de los que han dormido en Cristo y su traslación juntamente con los
que viven y permanezcan hasta la Segunda venida del Señor. También creemos que su retorno
triunfante, inminente y pre-milenial constituye la bendita esperanza de toda la Iglesia, evento que
el Señor mismo anticipó y los ángeles afirmaron. (Juan 14:3 Hechos 1:11, Romanos 8:23, Tito
2:13).
13- Creemos en el arrebatamiento de la Iglesia, evento glorioso que sucederá en un momento, en
‘un abrir y cerrar de ojos’, cuando los muertos en Cristo serán resucitados y trasladados, y los
creyente vivos santificados serán arrebatados juntamente con ellos para unirse con el Señor en el
aíre. (1 Tesalonicenses 4:16,17, 1 Corintios 15:51,52).
15- Creemos en el juicio final en el cual Dios ha establecido un día para juzgar al mundo entero
con justicia por medio de Jesucristo, a quien ‘todo poder y juicio ha sido dado por el Padre’. El
propósito de Dios es para manifestar su misericordia en la salvación eterna de los redimidos, y
mostrar su justicia en la condenación eterna de los réprobos. Entonces los justos entrarán a la vida
eterna con recompensas en la presencia del Señor; mientras que los malvados, los que rechazaron
a Dios y desobedecieron al evangelio de Jesucristo, serán arrojados al tormento eterno y
castigados con eterna perdición, lejos de la presencia del Señor. ( Hebreos 9:27, 2 Tesalonicenses
1:9, Hebreos 6:2, Judas 6, Apocalipsis 14:10, 11, Lucas 3:17, Marcos 9:43,48, Mateo 3:12, 5:26,
13:41,42, 18:8, 24:51, 25:30).