¿Viviendo para Dios ó para César?
No solo en tiempos de paz, Dios espera reconozcamos su Majestad, en estos dias en importante que reconozcamos la fragilidad de los gobiernos humanos y nuestras riquezas materiales. El Señor en su misericordia nos sigue recordando que solamente él tiene poder para sanar y salvar. ¿Pero es Dios en quien tú confías o has puesto tus esperanzas en César, dándole con ello la honra que solo Dios merece?
Continúa leyendo y aprenderás porque confiar en Dios.
Mateo 22:15-21
15 Entonces se fueron los fariseos y consultaron cómo sorprenderle en alguna palabra.
16 Y le enviaron los discípulos de ellos con los herodianos, diciendo: Maestro, sabemos que eres amante de la verdad, y que enseñas con verdad el camino de Dios, y que no te cuidas de nadie, porque no miras la apariencia de los hombres.
17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?
18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?
21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
22 Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.
En este pasaje, se nos ilustra una situación en la que el Señor Jesús fue tentado por Herodianos y sus discípulos, fieles servidores y simpatizantes de los romanos, hombres preocupados por los intereses del César y Roma, y que a su vez estaban dispuestos a desacreditar incluso a Jesús si pudieran hacerlo, por predicar el mensaje de Dios, todo esto con el deseo de mantener el poder que les permitía alcanzar sus objetivos personales y también servir de piedra de tropiezo a todo aquel que desea vivir para Dios. Justo como en aquellos dias, en los que hombres ajenos a Dios, tientan las conciencias de los creyentes en Jesús para intentar poner su atención e interés en ellos y no en Dios, así hoy se levantan muchos para continuar esas maquinaciones.
A Pesar de los corazones y pensamientos endurecidos de los herodianos, hombres que viven sujetos a los reinos y placeres terrenales, reconocieron la sabiduría y justo juicio de Jesús, reconocían molestos que el mensaje que predicaba no tenía como finalidad exaltar los reinos del mundo, mas si, al único Dios verdadero y a su reino Celestial, por lo que intentaron ponerle una trampa, para buscar que Jesús inclinara en contra del reino de Dios la balanza, para darle más valor y peso a los reinos humanos, algo que el Señor Jesús, nunca aceptaría, siendo ejemplo para nosotros, en cuanto a no reemplazar el reino eterno de Dios por reinos gobernados por hombres que rechazan el Señorío y Majestad del Señor Jesús
Justo como en aquellos dias, hoy la conciencia y el corazón de muchos es persuadido por quienes están en eminencia, hombres que con su riqueza, poder, llenos de engaños, en su forma de pensar y actuar, buscan de una forma sutíl que no solamente los Cristianos aparten su mirada de Jesús, así también hacen tropezar a quienes no logran levantar su mirada hacia Dios, con el fin de hacerlos servir y alabar al César y sus riquezas, es tan importante recordar a través de las palabras del Señor Jesús, que las verdaderas riquezas que debemos alcanzar se encuentran en los Cielos, no en la tierra, por lo que debemos guardar nuestro corazón, y pensamientos, para no prestarlos a hombres audaces, que logran apartar nuestra atención a Dios.
v.17 Dinos, pues, qué te parece: ¿Es lícito dar tributo a César, o no?
v.18 Pero Jesús, conociendo la malicia de ellos, les dijo: ¿Por qué me tentáis, hipócritas?
El Señor Jesús, quien conoce las intenciones del corazón, se dio cuenta de los malos deseos de los herodianos y nos muestra cómo responder con audacia y sabiduría, a todo aquel, que abusando de su posición, intenta con astucia y engaño que en nombre de las leyes terrenales, vivamos a medias nuestra fe, buscando con ello nos apartemos de nuestra confianza en Jesús, para luego ellos desprestigiarnos, esto nos debe recordar sobre la importancia de Honrar solo a Dios y respetar las leyes que gobiernan bajo los cielos por causa de una buena conciencia delante de los hombres y las autoridades, sin embargo esto debe hacernos reflexionar que sobre los Cielos, se encuentra la Ley de Dios dada a sus hijos, una ley superior a cualquier ley terrenal. En cuanto a la pregunta hecha a Jesús, el conociendo la verdadera intención de los herodianos, responde con sabiduría, para mostrarnos las intenciones de nuestros contrarios y no seamos presos de sus intenciones.
v.19 Mostradme la moneda del tributo. Y ellos le presentaron un denario.
Un denario, una de las monedas del imperio romano, y que denota el poder y riqueza que otorgaba a los oligarcas, esta moneda era sobre preciada por casi 2 veces su valor real, en comparación a su peso en plata, una moneda que respaldaba la economía y poder Romano con un precio irreal, y que en los tiempos de Jesús, perdió poco a poco su valor, hasta ser devaluada completamente, recordándonos así, que el valor de la riquezas del mundo son sobre valoradas, inciertas, pierden valor y son perecederas, algo completamente diferente al considerar el valor excelso de las riquezas eternas del Reino de los Cielos, que los creyentes alcanzan mediante Jesús.
v.20 Entonces les dijo: ¿De quién es esta imagen, y la inscripción?
v.21 Le dijeron: De César. Y les dijo: Dad, pues, a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios.
El Señor Jesús, a través de una moneda, hace ver a sus detractores el rostro y el título de aquel, a quien ellos servían y veneraban, «Cesar Augusto Tiberio, hijo del divino Augusto» el título del Emperador que gobernaba Roma, provincias y muchas vidas, el rostro del Cesar, que representaba un gran reinado, refleja en su moneda, la conciencia y el corazón de muchos convertidos a la imagen y semejanza de la divinidad que encuentran en las riquezas materiales de este mundo, en títulos, en apellidos, en apariencias; la imagen de cesar, un rostro en una moneda, que con el tiempo se reemplazaría, por otro, volviéndose sin valor, siendo esto, un alto precio a pagar para aquellos que desean enriquecerse vanamente, aún a costas de sus propias vidas, un denario, nos recuerda que la verdadera divinidad y poder, no se encuentra en hombres ni en una moneda, solamente existe en Dios.
A César lo que es del César: El Señor Jesús nos declara en esta palabra, que las leyes terrenales tienen su lugar bajo los cielos, no sobre ellos, nos exhorta recordándonos que todo aquel que prefiere la moneda del cesar, ama las riquezas perecederas atadas a este mundo, por tanto las esperanzas que ofrecen son falsas, no dan vida eterna. En cambio para aquellos que comprenden y viven: A Dios lo que es de Dios: saben que el valor de Dios, es preciado y valioso por su misma gloria, por su majestad, su poder, su misericordia, haciéndonos ver que aquellos que reconocen a Dios como la mayor riqueza que los hombres puedan apreciar bajo los cielos y la tierra, ciertamente serán alcanzados por el mismo, mediante la gracia desbordante dada a su hijo Jesús.
La moneda del César, que revela un corazón sin virtudes, sin riquezas verdaderas, sin vida; nos recuerda cuanto necesitamos ser llenos del amor del Señor, en cambio el corazón de quienes son amados por Dios y le corresponden, son transformados a su imagen y semejanza, siendo así llenados de las virtudes del Dios vivo y verdadero, que enriquece el corazón y la vida para siempre.
Quien da su corazón a Jesús y no al cesar, sabe que su vida, tiene verdadero peso y valor eterno, la vida de aquel que es amado por Dios vale por la vida que Jesús entrego por su rescate en la cruz, siendo esto el mayor precio que Dios podría pagar por nosotros y que ningún hombre podria pagar.
¿Te das cuenta cuanto vales para él? ¿Pregúntate, cuánto vale Dios para ti?
v.22 Oyendo esto, se maravillaron, y dejándole, se fueron.
Confío en Dios estas palabras te persuadan y no hagas como los herodianos, que aún maravillándose de las palabras de Jesús se apartaron de él.
Entrega tu vida a Cristo y encontraras el verdadero valor que solo Dios puede dar a tu vida.
Abrazos y Bendiciones.